jueves, 25 de julio de 2019

Nada menos que mapas (II)



   Hoy en día hay muchísima cartografía específica para realizar rutas a pie, aunque en nuestro país quedan aún bastantes áreas por cubrir. En los principales países europeos ya no queda ni una sola sierra sin su mapa excursionista, pero hay territorios de otros continentes que siguen ahora casi como hace treinta años.

Las hojas del IGN que usaba mi padre en el Alto Tajo en los años 70

   Hasta los años noventa, en que el Instituto Geográfico Nacional no tenía una cartografía 1:50.000 globalmente actualizada, o que ni siquiera tenía publicado todo el territorio nacional a escala 1:25.000, eran muy típicos y usados en muchas cordilleras los llamados mapas de cordales. Son mapas sin curvas de nivel, pero en los que vienen representados los cordales, lomas, divisorias de aguas o sierras, con un trazo continuo. Al que se ha acostumbrado a ver primero mapas topográficos le cuesta luego visualizar el relieve con los mapas de cordales. Pero para el que estaba habituado, un simple vistazo servía para trasladar al terreno las líneas del mapa, salvo quizá en los lugares más enrevesados geológicamente o con más aglutinamiento de espolones, vaguadas y barrancos, donde el mapa era prácticamente inservible.



Mapa de cordales de Peñarroya y Javalambre publicado por Javier Malo


   Hubo una serie de siete mapas sobre el Sistema Central publicados al inicio de los años setenta, en blanco y negro, editados por la Federación Castellana de Montañismo, muy populares hasta incluso finales de los ochenta, cuyo autor fue Juan Antonio Fenollera, que también revisó junto con el alpinista Jerónimo López la primera edición de la editorial Alpina de la sierra de Guadarrama. Antes y después de eso se siguieron usando los célebres mapas de cordales de Javier Malo Iciar, que cubrían la cordillera Cantábrica, los Montes Vascos, Pirineos y Sistema Ibérico. Solían ser en color, pero un color solo, aunque los últimos que publicó, sobre el Pirineo, tenían los distintos elementos en colores variados, que ya era el último grito.


 Uno de los siete mapas de Juan Antonio Fenollera sobre el Sistema Central

   Cuando aquí ya se habían dejado de usar, todavía había algunos lugares del planeta donde no quedaba más remedio que echar mano de ellos. Una de esas áreas era el Himalaya. Louis C. Baume había publicado en 1978 Sivalaya, un recopilatorio de información sobre todos los ochomiles, su historia, rutas, con cartografía e información sobre cada uno de ellos. En conjunto, un libro inusual y pionero para la época.




Posteriormente, el mismo autor se lanzó a la titánica tarea de cartografiar diferentes zonas del Himalaya y el Karakorum, que publicó con Leomann Maps en tres áreas: Himalaya Indio occidental (Jammu & Kashmir, Himachal Pradesh y norte de Uttar Pradesh, que ahora forma parte de un nuevo estado: Uttarkand o Uttaranchal); Nepal occidental, incluyendo el macizo del Annapurna, el Dhaulagiri y el resto de montañas hasta la frontera con la India; y el Karakorum, en cuatro mapas. De esta manera quedaba abarcada una franja extensísima desde el norte de Pakistán hasta casi el centro de Nepal, de forma casi ininterrumpida. Estos mapas, que se publicaron entre 1987 y 2005 (las últimas reediciones), eran mapas de cordales.



 Curiosamente, este mapa del Tirich Mir, la montaña más alta del Hindukush, aunque está publicado hace muy poco, es aún de cordales

   Aquí estábamos acostumbrados a caminar y manejarnos con un mapa de cuerdas de escala 1:50.000. El problema de los mapas de Leomann es que eran de escala 1:200.000. Si conocéis los mapas provinciales del IGN de España, esos son también de escala 1:200.000. Ahora probad a ir al Circo de Gredos, a Picos de Europa, al Pirineo, o incluso a macizos muchos menos agrestes, con el mapa provincial... E imaginad que no tenéis ni un solo dato de la zona (no había internet), no encontráis a nadie en días y llega un momento en que el último lugar habitado quedó cuatro días atrás. El único vínculo con un mínimo de orientación era un mapa de este tipo.


 Este es un fragmento del mapa provincial del IGN a escala 1:200.000 que cubre la porción asturiana de Picos de Europa. Intentad ir a Picos a caminar con este mapa. Ahora quitadle las curvas de nivel y poner líneas de cordales. Imaginad ahora ir al Himalaya con un mapa así, sin conocer el terreno, en la cordillera más brutal del planeta. Eso es lo que había y sigue habiendo de muchas áreas del Himalaya indio y del Karakorum.


   No queda dicho esto en demérito o crítica de los mapas de Leomann del Himalaya; todo lo contrario. A fecha de hoy se siguen usando con frecuencia, siguen siendo citados y recomendados para ciertas áreas que ningún otro mapa se ha atrevido a mostrar aún. Lo que ocurre es que uno se hace montañero de verdad cuando tiene que enfrentarse a un mapa de estos, donde un centímetro equivale a dos kilómetros, donde solo aparecen, -por problemas lógicos de espacio- las cuerdas más importantes, y en la cordillera más elevada, salvaje y extensa del mundo esto es totalmente insuficiente. Incluso en los mapas topográficos 1:200.000 de aquí tenemos como consuelo las curvas de nivel, que nos ayudan a hacernos una idea una pizca más precisa de las ondulaciones del relieve.


 Todos los mapas de Leomann del Himalaya occidental indio. Durante varias décadas fueron los únicos mapas montañeros de toda esa porción del noroccidente de la India. Ahora hay cartografiadas las principales rutas de trekking, menos de un 5% del territorio que cubría esta colección. Para el resto hay que seguir utilizando los mapas de Leomann.

 Detalle del mapa de Himachal Pradesh que cubre una parte del valle de Parbati, un lugar deshabitado en que no hay poblaciones durante cinco días de marcha. Lo recorrí en solitario en 1998, con idea de cruzar el Pin Parbati Pass al valle de Pin, pero el monzón en forma de dos metros de nieve fresca lo impidió. 30 kg de mochila, con comida para diez días y la casa a cuestas, más piolet, crampones y equipo de alta montaña. En el Himalaya indio hay que ser autosuficiente.


   Ahora casi todo Nepal se encuentra ya editado con vistosos mapas topográficos con las rutas de trekking, tenemos el mapa global de Terraquest sobre todo el Himalaya Indio, aunque solo incluya un mapa general muy poco detallado y mapas parciales de detalle solo de aquellos lugares habituales de trekking, dejando el resto de áreas sin cubrir. Antes, Schneider había publicado algunos mapas sueltos, sobre la zona de Khumbu, Langtang, los Annapurnas, buenos mapas topográficos, de muy buena calidad para la época. Hay desde hace décadas tres mapas bárbaros editados en Suiza en un solo color, topográficos, dos sobre el Garhwal (lo más salvaje del Himalaya occidental indio), y uno sobre Sikkim, donde está el Kanchenjunga, tercera montaña más alta del mundo. El Club Alpino Alemán (DAV) tenía (tiene) un excelente mapa del Everest, otro del Nanga Parbat (el único hasta la fecha), dos sobre el Langtang, incluyendo la cara sur del Shisha Pangma, y algunas zonas de Pakistán, como el valle de Hunza o el Rakaposhi. El Karakorum sigue prácticamente igual, con muy escasa cartografía, y la que hay se circunscribe al glaciar del Baltoro y sus cuatro ochomiles próximos. Muy pocos aventureros se adentran en el resto de áreas, en las que hay fuertes restricciones por su proximidad a la frontera india, zona de permanente tensión y conflicto. Del mismo modo, las zonas fronterizas de la India con China y Pakistán suelen ser zonas prohibidas para los extranjeros.


 En los años 90 solo había cinco mapas topográficos de Nepal que se pudieran usar como mapas excursionistas. No tenían información específica para el caminante. Uno para el área de Khumbu, en torno al Everest; el de la foto, de Shorong Hinku, justo al sur del anterior; y los del Annapurna, Langtang y Rolwaling. Este mapa lo compré en Kathmandu en 1995 para ir caminando desde Jiri hasta el Mera Peak. Hasta Lukla había pocos alojamientos entonces, y desde Lukla ya ninguno. Ahora hay docenas.



   Como en cualquier ámbito, la demanda aumenta la variedad y cantidad de publicaciones. Aún así, me asombra la enorme valentia de Leomann Maps publicando partes del Himalaya indio donde el número de visitantes es bastante reducido y a años luz de los que recibe cualquier área de Nepal. Leomann Maps, de quienes es difícil encontrar algún dato identificativo, pasó a estar creo que casi desde el principio bajo la distribución de West Col Productions, una peculiar editorial que hace pocos años aún no disponía ni de fax ni de correo electrónico, y donde cogía el teléfono una señora que sonaba de edad avanzadísima y que hablaba un inglés exquisito. West Col edita unos mapas casi idénticos a los de Leomann, parecido dibujo, la misma contraportada con algunas fotografìas e información general de la zona, de otras áreas, como el Cáucaso, el Pamir, Kamchatka, y luego mapas topográficos de África Oriental (Monte Kenya, Kilimanjaro, Mount Elgon, Ruwenzori) o incluso los montes Altái, entre Mongolia y Siberia... Realmente admirable. Una editorial sin gran espíritu comercial, que antepone la exploración y el gusto de publicar lo que se le antoje antes que hacer caja.


Hoy en día hay un surtido muy amplio de mapas excursionistas de Nepal, cubriendo todas las áreas permitidas, de varias editoriales, muy vistosos y bastante fiables, aunque se desfasan de un año para otro debido a los rápidos cambios que está experimentado el país.